“No nos movió la chiva, sino la verdad”: Vicky Dávila

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La publicación de un video fue el detonante para que los directivos de RCN decidieran solicitarle la renuncia a la periodista Vicky Dávila como directora del noticiero matinal de la FM, el 17 de febrero de este año.

Muchos recuerdan el escándalo suscitado a partir de aquel documento, un elemento más de la investigación que ella y su equipo de trabajo adelantaban sobre la corrupción y la existencia de una red de prostitución, especialmente masculina, en la Policía.

Esa investigación motivó la separación del cargo del director de esa institución, el general Rodolfo Palomino, y del viceministro del Interior, Carlos Ferro. El primero, con varios procesos abiertos por presunto enriquecimiento ilícito, “chuzadas” o interceptaciones telefónicas a periodistas, entre ellos la propia Dávila, y presuntos vínculos con la red de prostitución dentro de la Policía, conocida como “Comunidad del Anillo”, red que también involucró a Ferro.

Esa investigación periodística dio a Vicky y a su equipo de La FM premios nacionales, pero también le trajo a ella la salida de RCN, luego de 18 años de labores en esa empresa de medios de comunicación.

Ahora, cuando ediciones B publica su libro “En honor a la verdad”, sobre momentos y acontecimientos que rodearon tal investigación, hablamos con ella acerca de la obra, de la ética periodística, y del papel de periodistas y medios de comunicación en el juego de poderes del país.

En el libro hay una escena en RCN, cinco días antes del 17 de febrero, día de su salida. El Gobierno le envió un tarro de almendras. «Con esas almendras amargas el gobierno pidió mi cabeza por la investigación sobre la “Comunidad del Anillo”. ¿Podría deducirse que las conexiones entre medios de comunicación y poder político (con personas adscritas a este) hacen imposible el periodismo de investigación con libertad absoluta?

“Es algo que me ha rondado la cabeza todos estos meses. La relación tan estrecha entre medios y poder es peligrosa y dañina. En Colombia eso ocurre en muchos casos y algunos periodistas terminan de jefes de prensa de los poderosos por conveniencia, por amiguismo, por los intereses económicos, por no dejar de ser aceptados en los cocteles, o simplemente porque no hay una separación entre la amistad y el ojo crítico que debe tener el periodista frente a los poderosos.

Por otra parte, el hecho de que un grupo económico sea dueño del medio, pero tenga otros intereses comerciales, otros negocios, hace que el grupo sea vulnerable si sus periodistas empiezan a denunciar cosas que por una u otra razón tocan los intereses del gobierno, que a su vez debe definir la suerte del grupo empresarial en muchos ámbitos, como ocurrió en este caso.

Los periodistas deberíamos tener la tranquilidad de no tener que preocuparnos por la chequera del dueño. Porque usted tiene dos caminos: cuida la chequera del dueño y no hace nada y renuncia a su obligación de periodista, o hace lo que tiene que hacer, pone en riesgo la chequera del dueño y este lo respalda o usted termina fuera”.

De sus actos periodísticos en torno a la investigación sobre la “Comunidad del Anillo”, ¿qué le quedó de lección? ¿Qué procedimientos repetiría? ¿Cuáles, por el contrario, no haría otra vez?

“La investigación del equipo de La FM fue juiciosa. Fueron muchas horas de trabajo en busca de la verdad. Son más las cosas que repetiría que las que cambiaría -cosa que resulta fácil mirando hacia atrás-. El video debió editarse, sí, y en el libro “En honor a la verdad” encontrarán las razones por las cuales no se editó. Pero eso es una nimiedad en medio de las denuncias serias que hicimos y que, incluso, a pesar de las presiones pasaron de los micrófonos a los estrados judiciales y disciplinarios. Cumplimos con nuestro trabajo. Hicimos lo que nos tocaba y no lo que nos convenía y esa es la labor del periodista.

Pensándolo bien, ¿sabe qué repetiría? El valor del equipo para denunciar, el valor es muy importante en un país como Colombia”.

«Destapamos una olla podrida, cuya presión explotó en mí». Con esta frase cierra el primer capítulo. ¿Cree que la búsqueda de la verdad y, más que ello, develar una verdad periodística tienen un costo demasiado alto? ¿Especialmente si este consiste en la pérdida del trabajo y la mancha de la reputación?

“Yo no creo que mi reputación como periodista se haya manchado. Yo siempre actué buscando la verdad, siempre actué con buena fe, en nombre de las víctimas y los muertos. Sí, tuvo un costo muy alto, tuve que dejar mi trabajo y dejar al equipo, pero valió la pena. Colombia necesitaba saber qué estaba pasando con la corrupción en la Policía ¡y eso se logró! Las víctimas necesitaban contar sus historias ¡y eso se logro! Las familias de los muertos necesitaban un espacio para pedir justicia ¡y eso se logró! Cumplimos”.

¿Fue el “síndrome de la chiva”, el afán de ser primeros, lo que la movió a publicar tal video sin edición?

“Nunca nos movió la chiva, nos movió la verdad. Recuerde que aquí nos metimos en las profundidades de un nido de posibles conductas delictivas y de abusos de poder. Acepto todos los debates que quieran sobre mi trabajo, esa es la democracia y la tolerancia.

Por lo demás, estábamos hablando de funcionarios, muchos de ellos con antecedentes, no precisamente de angelitos. Aquí nos movió el interés público de todo lo que publicamos. El video debe mirarse en el contexto de toda la investigación y no con la mirada de una simple conversación de pareja.

Recuerde que solo publicamos cuando la Procuraduría dijo que ese material había sido entregado por una víctima y podía ser clave en la investigación sobre la “Comunidad del Anillo” y sus posibles vínculos con políticos. Jamás fuimos temerarios, simplemente fuimos periodistas.

¿No cree que si hubiésemos sido calculadores y malvados, quizás hubiéramos actuado diferente?

Tal vez seguiríamos en la comodidad del cargo y con la cuenta con buen flujo de caja, porque el cheque seguiría llegando. No, el cheque no llegó más, pero no quedé sobregirada con quienes confiaron en nosotros”.

A pesar de su drama personal, su trabajo ha permitido avances en las investigaciones sobre corrupción en la Policía. Su aporte es conseguir que no se archiven ni se olviden. ¿Cree que tales logros son los verdaderos galardones del periodista?

“No buscábamos galardones. Buscábamos cumplir con nuestro trabajo. Sin embargo, la mejor recompensa es el abrazo de la gente en la calle, la gente común y corriente que sí entendió lo que hicimos y lo valoró, porque la gente de a pie no tiene intereses mezquinos, ni hace cálculos, ni actúa con amiguismos. La gente en la calle quiere simplemente que le cuenten la verdad”.

¿Ha tenido fe en las organizaciones económicas y en las instituciones? ¿Ha perdido fe en ellas?

“Con lo sucedido uno pierde la fe en todo. En el libro podrán ver cómo se movió el poder ante las denuncias y eso retrata a un Estado que al ver afectados sus intereses actuó como un monstruo de siete cabezas.

Fíjese que hasta el fiscal (e) (Jorge) Perdomo terminó llamando al exministro Ferro para felicitarlo. ¿Qué podemos esperar?

La procuraduría por su parte ya impartió un pliego de cargos por una de nuestras denuncias contra Palomino y tres de sus oficiales por presionar a un denunciante. Con todo esto aprendí que por bueno que sea, ningún funcionario es de fiar: siempre tendrá sus propios intereses.

Sobre las organizaciones económicas solo puedo decirle que son fundamentales para un país, que forjan el futuro con el empleo y la inversión. Pero esas organizaciones amenazadas y atemorizadas pueden actuar de manera incomprensible”.

A la luz de esta experiencia, ¿cómo debe ser el papel de los medios de comunicación?

“Más altruista, más idealista, si se quiere. La gente espera más de los periodistas, espera que interpretemos mejor lo que los ciudadanos están pensando y necesitando. No soy quién para dar consejos, ni más faltaba, pero creo que llegó el momento de hacer un alto en el camino y mirarnos si en realidad representamos a esa gente.

Deberíamos ser su voz, deberíamos ser la contención del poder, no los cómplices y socios de ese poder.

Aquí hay periodistas muy valiosos y sacrificados, especialmente en las regiones. Llegó la hora de trabajar para la gente”.

El libro le ha servido, por una parte, para contar su versión de los hechos que resultaron tan polémicos: las denuncias de La FM; por otra, para dar detalles y comentarios sobre la “Comunidad del Anillo” y otros temas de supuesta corrupción en la Policía y en el Gobierno. ¿La tranquilidad de consciencia que le pueden brindar ambos objetivos la deja ahora satisfecha?

“Claro que tengo la conciencia tranquila, porque al margen del debate académico, yo no pagué por la información, no me pagaron, no me vendí, no tenía intereses distintos a destapar una olla podrida de corrupción en la Policía.

Por eso sé que hice lo que me tocaba y no lo que me convenía. Si hubiese hecho lo que me convenía, no habría hecho nada. ¿Eso es ético?

El libro sirve para cumplirles a los que confiaron en nosotros para denunciar, y sirve para que los colombianos de una vez por todas sepan cómo y por qué se enquistó la corrupción en la Policía, que por cierto está llena de hombres valientes que todos los días exponen sus vidas para que vivamos más tranquilos. Esos policías buenos están hartos de ver a muchos de sus comandantes abusando del poder y enriqueciéndose”.

En qué momento entendió que el libro debía mezclar lo autobiográfico, las vivencias y el sufrimiento, con avances de investigación y reflexiones sobre esta?

“En el momento en que salí. Ahí creí que era leal contarles a los colombianos todo lo que nos pasó y qué hubo detrás del escándalo.

Para un periodista, callar es morir. Y la lealtad es una de las virtudes que más admiro en las personas.

Puede que conmigo haya habido deslealtades, pero con mis oyentes y televidentes yo jamás sería desleal”.

El capítulo XII titula: La verdad: misión imposible. ¿Sigue creyendo que es así? ¿Al menos en cuanto a la verdad periodística?

“Seguro nunca sabremos la verdad completa, muchas investigaciones cederán ante las presiones de los poderosos, Pero ‘En honor a la verdad’ permitirá que cada colombiano que lo lea tenga la película completa en sus manos y saque sus propias conclusiones”.

Usted dice que el periodista no depende de los medios para serlo, sino que lo es mientras cuente historias. Cómo seguirá su vida periodística. ¿Con libros? ¿Qué otros proyectos tiene?

“Por ahora estoy concentrada y empeñada en que este libro llegue a la mayor cantidad de manos posible.



Por lo demás, mi papá decía: ‘Mija , Dios proveerá’”.

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