Con juego lúdico enseñan a niños a enfrentar el duelo
Sobre una mesa color mostaza reposa un papel con la silueta de una pequeña mano. Dentro de ella, un deseo: “Quiero que mi abuela esté conmigo”.
El propósito de la ludoteca es que, mientras los adultos están en el sepelio, los más pequeños aprendan jugando que la muerte es una etapa natural de la vida. Néstor León Sánchez, psicólogo encargado de la ludoteca, contó que cada duelo es diferentes, pero el de los menores tiene características particulares.
“Un niño puede perfectamente sentir dolor ante un fallecimiento, expresar tristeza con llanto o gestos de congoja y al instante estar jugando. Muchos adultos no comprenden este tipo de reacciones, pero esas son formas de expresar una perdida”, dijo Sánchez.
Cuando los niños llegan a la ludoteca, generalmente es por una invitación previa a sus familiares. Lo primero que hace el psicólogo es determinar el nivel de afectación del pequeño y definir una serie de ejercicios que favorezcan su expresión emocional para que cuente simbólicamente cuál es su estado interior, por ejemplo mediante una carta o dibujo.
Aunque el lugar está diseñado para niños entre 4 y 8 años, los de otras edades también pueden aprovechar el material didáctico que enseña valores y sentimientos que les permiten construir diferentes significados sobre la situación.
De acuerdo con Sánchez, es muy importante que los niños se relacionen con ese tipo de hechos para que a futuro sepan enfrentar las pérdidas que se les presentan en el camino.
Muchas veces los adultos creen que los niños no asimilan la muerte y dan explicaciones erradas sobre el hecho. Inclusive les ofrecen opiniones del mundo ultratumba, como que su familiar está en el cielo con Dios”, afirmó.
Es prudente, continuó el especialista, responder las preguntas que hacen los niños con argumentos de orden biológico para que los menores no saquen falsas conclusiones.
Asimismo, el gerente de Cotrafa, Didier Jaime Lopera Cardona, expresó que hace algún tiempo se viene repensando el modelo de prestación de servicios funerarios y de lo que implica la partida de un ser querido.
La estrategia, se replanteó mediante una investigación que realizó la cooperativa financiera. En dicha investigación se evidenció que a sus casi 450.000 afiliados, más que asustarles la muerte, a lo que temen es a ser olvidados y a que no se le reconozcan las cosas buenas que han hecho. Además, dijo Lopera, se percibe que en los velorios los usuarios se olvidan de los niños.
Por los pasillos de las salas siempre se les ve corriendo, muchas veces inconscientes de lo que sucede. Es importante que en el proceso de duelo se de relevancia al momento que atraviesan los pequeños, sin pretender que lo asuma como lo haría un adulto.
De igual forma, es necesario entablar conversaciones con ellos para resaltar los valores del ser humano.
Fuente: El Tiempo
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