Las dos horas de escritura de Herman Koch
FOTO CORTESÍA
Herman Koch no pone el despertador. Por eso no se levanta a ninguna hora fija. De desayuno come una tostada y un café y lee el periódico. Una hora después de ese momento indefinido en que se para de la cama está escribiendo. Escribe dos horas, muy concentrado. No más. Después, dice, la concentración se afloja y las frases también. Mejor espera a la mañana siguiente.
En su novela Estimado señor M hay un juego con la ficción, con los personajes de la vida real, de los que los autores parten para escribir y acomodar a sus necesidades literarias. Mucha gente anda buscando verdades en los libros. ¿Eso es pura curiosidad del lector, voyerismo incluso, o también incapacidad de separar ficción y realidad? ¿Deben los escritores andar con cuidado?
“Hay que andar con cuidado, es que la mayoría de los lectores toman la ficción como la verdad antes de los hechos reales en que esta ficción está basada. No quiere decir que un escritor tiene que autocensurarse antes de que ha terminado un libro. En general mi experiencia es que la gente más cercana de mi vida personal no se reconocen nunca”.
De La cena se vendieron millones de ejemplares y fue traducido a 21 idiomas. Igual pasó con Casa de verano con piscina. Eso es mucha gente leyéndolo. ¿Qué le pasa por la mente? ¿Le pone algún peso al escritor que es Herman Koch? ¿Cambió algo en usted después de tanto éxito?
“No en absoluto. A mí me gusta mucho que tengo también lectores fuera de Holanda, que es un país pequeño. Cuando hablas delante de un público de cincuenta personas no hay de repente que empezar a gritar cuando el día siguiente es un público de mil”.
Mucha gente todavía lo asocia con La cena, que es el libro que lo llevó a otras fronteras. En Colombia uno encuentra este y Casa de verano, y a partir de ahora Estimado Señor M. Pero hay más. ¿Cómo ve esta conexión con ese libro?
“Supongo que dentro de cinco años todavía me van a llamar ‘el autor de La cena’. Mi ambición es escribir una novela que haga olvidar a este libro para siempre”.
Cuando estaba pequeño, usted escribía, dibujaba y hacía música. ¿Qué hay ahora de la música y los dibujos?
“No hago otra cosa que escribir, pero la música está siempre presente en mi vida. A veces echo un poco de menos lo de dibujar: no era my bueno, pero lo puedes hacer todo el día, lo que es imposible con escribir porque me canso después de dos horas”.
Leí que dijo alguna vez que la novela tiene que estar llena de frases muy normales. ¿Tiene que ver con la simpleza, que no significa dejar de ser bello? ¿La poesía cabe ahí? ¿Lo simple conecta con más lectores?
“No quiero escribir frases que haya que leer dos veces. A la vez intento hacer las frases bonitas en su simplicidad. La poesía en una novela distrae de la lectura y dirige la atención al escritor”.
Usted es crítico, incomoda con la escritura. ¿Es algo natural o es una intención?
“No soy tan crítico o incomodo tanto. Ser demasiado crítico puede frenarte. Lo que no me gusta mucho es el mundo literario que está lleno de egos”.
Ha dicho que es perezoso y no tiene mucha disciplina, y eso que se sienta por la mañana a escribir. Se dice que si alguien es escritor necesita, además del talento, disciplina. ¿Cómo funciona? ¿Qué pasa?
“No se necesita disciplina cuando haces algo que te gusta. Yo simplemente me encuentro mejor cuando escribo unas horas por la mañana. Necesito solo unos minutos para decirme: ‘¡Ahora tienes que empezar, perezoso, te vas a encontrar mucho mejor!’”.
Decidió ser escritor a los 18 y publicó a los 28 años. ¿Alguien es solo escritor cuando publica, cuando la sociedad lo denomina escritor, o puede escribir, no mostrar y autodenominarse como autor?
“Siempre he escrito para publicar. En esos diez años de escribir sin publicar no he escribí nada que valiera la pena”.
Fuente: ElColombiano
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