El regreso de Carlos Vives a tierra samaria, su lugar sagrado


En entrevista, el cantante habló de su tierra natal, su más reciente DVD y su concierto en Bogotá.

Por: DIEGO LEÓN GIRALDO | 7:09 a.m. | 23 de julio de 2015 


Por los ojos se le escapa la emoción, señala con las manos y se revuelve en la silla de la van que nos mueve hacia las primeras fotos. Carlos Vives tiene el espíritu inquieto de un muchachito curioso de 5 años, de ese que ya sabe distinguir las cosas y las va mostrando mientras las describe, con esa costumbre tan costeña de lanzar una frase y reacomodar las palabras en otro orden para decir exactamente lo mismo, como asegurándose de que a su interlocutor le quede clarísimo lo que está diciendo.

En los tiempos muertos del traslado de un sitio a otro, no pierde oportunidad para contar historias de su infancia, para dejarse extasiar por esos paisajes en los que creció pero que pareciera descubrir nuevamente, y de repente, con la misma intencionalidad, saca su lápiz y un cuaderno para anotar, corregir, borrar y deletrear lo que va escribiendo: “El lápiz y el cuaderno son mis compañeros inseparables, siempre ando con ellos, trabajando en algo, porque siempre debo entregar un texto, una canción…”.




Por estos días está escribiendo nuevos temas, pronto lanzará un unplugged que tendrá versiones de conocidos y algunas por estrenar: “Será un trabajo lleno del orgullo de trabajar siempre por el rock de mi pueblo, en un espacio más controlado, como es un concierto en vivo de La Provincia”. Además, anda feliz con el lanzamiento, el 2 de agosto con EL TIEMPO, del Cd+Dvd titulado Más corazón profundo tour, grabado en un concierto en la bahía de Santa Marta, con 14 canciones, detrás de cámaras y hasta un bonus track. “Es la primera vez que sale de nosotros un Cd-Dvd, además fue grabado durante una noche inolvidable aquí, con la alegría de la gente, el ritmo del mar y la felicidad de cantar en mi ciudad tras mucho tiempo de no hacerlo”.

Se siente en el Dvd un orgullo profundo…

Sí, escogimos (siempre habla en plural) el camino de hacer música colombiana y eso es un orgullo. Siempre he tenido una carga de estar trabajando por algo propio. Estamos trabajando mucho y motivando a que el samario redescubra su identidad, y creo que mi música tiene mucho que ver con eso. Yo formo parte de ese samario; del samario buscando sentirse samario. El video tiene eso, la gente sabe que rescato varios íconos de la ciudad.

Su concierto en el Campín, el próximo 13 de agosto, ya casi está agotado. Allí estará con sus amigos, aquellos que han colaborado en sus últimos álbumes: Michel Teló, Chocquibtown, Gusi, Marc Anthony, Wisin, Daddy Yankee.

En Pescaíto es la primera parada. Allí, en el emblemático barrio que huele a mar y se practica el fútbol a todas horas, Carlos se siente a sus anchas. Ubicado en el norte de la ciudad, según la leyenda fue por allí por donde entró Rodrigo de Bastidas a fundar Santa Marta en 1525, y era allí a donde llegaban todas las mañanas las vendedoras de pescado, por la calle 8, la misma que también llamaban ‘La Perdición’, pues estaba llena de burdeles. “Ya llegó el pescaíto”, era la voz que se escuchaba al arribo de las mulatas sonrientes con sus platones de peces, y fue así que nació el nombre del sector.

“Esta es la cuna del fútbol colombiano, una región privilegiada, bañada por el mar Caribe, rodeada de bosque seco tropical y con gente siempre alegre a pesar de las necesidades que viven”. Y sí, mientras Carlos saluda a los grupos de señores y muchachos que entrenan antes de salir para sus diversos trabajos, escuchamos de nombres gloriosos que se formaron en sus canchas, como el Pibe Valderra, Didí Valderrama, Eduardo Retat, Oswaldo ‘Pescaíto’ Calero… “Siempre tuve la suerte de tener amigos en Pescaíto, entonces siempre había un motivo para venir y ver y jugar fútbol. Aquí hicimos un video que se nos dañó, que fue el primer video de Pa’ Mayte, en una esquina, hace 20 años. Cuando fuimos a revelar la película se había velado. Nos tocó hacer uno de emergencia y ya no pudimos grabar el de Pescaíto”.

¿Cuál es la receta para que este lugar dé tan buenos jugadores?

Pescao (así lo pronuncia, comiéndose siempre la ‘d’) y remo han sido una mezcla impresionante. Toda esa tierra donde se hizo el puerto desplazó a muchos de sus pescadores y los trajo aquí, al pueblo de Pescaíto, y al barrio San Martín, que nació por gente que vino de la isla de San Martín.

Pero no es solo fútbol, allí también se realiza el tradicional Festival de Tamboras del que Vives dice haberse nutrido. “A veces escuchamos unos ritmos que nos recuerdan muchas cosas. Un ritmo me hace pensar en hacer una canción que tenga ese espíritu, a veces nace de un patrón rítmico, de una historia o de una melodía nostálgica que me da una canción. Somos románticos pero somos de alguna manera costumbristas, unos costumbristas modernos”. Eso nos lo cuenta en la siguiente parada, una bella casona de colores tropicales por el Cerro de la Virgen; la casa del antropólogo Guillermo Rodríguez, donde tiempo atrás grabó con Sofía Vergara como protagonista el video de Qué diera.

¿A qué huele Santa Marta?

A sal, a mar, pero huele a café, a níspero y a ‘pescao’. Las mañanas de Santa Marta son como la brisa fresca de la Sierra.

¿Qué es la Sierra, Carlos?

¡Ahh!... La Sierra es un mundo muy especial. Al principio estuvimos muy de espaldas a las culturas nativas, éramos muy españoles. Como samario, el tiempo y el trabajo me han dado la oportunidad de redescubrir esa parte de Santa Marta, y querer saber más de esa historia.

La Sierra tiene una parte impresionante que nosotros empezamos a visitar de niños, y sí, había una energía muy especial. Allí todo nos parecía más grande; ahí todo era más grande. Es un lugar sagrado, una despensa de todo, de agua, de oxígeno, de sabiduría, es un mundo que estamos por descubrir.

¿Qué es lo primero que hace al llegar acá?

Ver a mi papá y conversar un rato con él. Me encanta amanecer en Santa Marta y nadar, salir al mar, encontrarme con los amigos, jugar fútbol. Esta es una ciudad tranquila y de fútbol. Trato de hacer la siesta, porque en Santa Marta se hace la siesta, aunque me cuesta porque siempre estoy trabajando.

¿Cómo le explicaría a un extranjero de algún país nórdico lo que es ser colombiano?

Eso es ser americano, africano (risas)... europeo, es ser una mezcla de cosas chéveres.

¿Y a dónde llevaría a ese extranjero?

Colombia es un país muy rico. Necesito pasear a ese extranjero por muchos lugares. Por ejemplo, Santa Marta resume muy bien la colombianidad porque está a orillas del mar Caribe y vive una cultura andina gracias a la Sierra Nevada. Santa Marta fue parte del origen del nativo americano, con su historia, el mestizaje y la gente maravillosa.

La música siempre está evolucionando; ¿hay algo que hoy lo sorprenda musicalmente?

Siempre me sorprende el camino que tomamos. Tenemos una carrera larga, pero hemos hecho realmente pocos discos. Creo que para lo que redescubrimos de nuestro potencial musical y diversidad, todavía hay mucho por hacer y cuando se está haciendo una búsqueda de un sonido para un disco, cuando se busca en los recuerdos, siempre uno se vuelve a sorprender con dos mundos que están aquí, que nos dieron una música para rehacer.

La diversidad es tanta; apenas estamos redescubriendo el Pacífico, apenas está saliendo esa tierra olvidada que nos maravilla con ritmos y fusiones. En la música, Colombia está por descubrir.

¿Qué hacer para que a los jóvenes les guste nuestra música?

Mucho tiene que ver la educación, el ejemplo, el medio en el que se crían los hombres para aprender a querer y a rescatar cosas de los ancestros y de su tierra, de su país. Si dejamos que los medios convencionales eduquen a nuestros hijos, van a educarse muy apartados de lo que hay acá. Si no les enseñamos nuestras cosas, no nos van a amar; si no ven que en sus familias se aman esas tradiciones, es muy difícil. Nos educamos por la TV o con una educación muy universal y global. No sé con qué arraigo se pueda educar a la juventud así. Trato, en lo que hago, que los jóvenes sientan que lo nuestro no forma parte de un museo, que está hecho con el alma, pero que son cosas nuevas, modernas, poderosas.

Vives se acomoda en la mecedora y su mirada se pierde en un horizonte que se topa con el mar. Son constantes los silencios en los que se siente que es mejor no interrumpirlo, que está dejándose empapar por ese ambiente que seguro le revuelca los recuerdos de una vida feliz en su tierra. Y en ese tránsito, así como Santa Marta le ha llenado el equipaje, Bogotá le ha permitido expandir las alas: “Nunca soñamos tanto con ser famosos como con formar parte de algo. Digamos que Bogotá fue muy especial porque me dio la oportunidad de muchas cosas, y he sido feliz trabajando allí, porque hacerlo es trabajar para Colombia y para el mundo. Tal vez formamos parte de esa historia de las primeras cosas que se hicieron para el mundo. Que mis compañeros me reconozcan como parte de ello es maravilloso; vivimos con mucha pasión todo un renacer de la música local, nuestro rock nacional, y encontré mi camino a través de mi identidad”.

¿Cómo es regresar a tocar en Bogotá?

El público bogotano siempre ha sido muy cariñoso conmigo. Tuvimos el respaldo de ellos cuando no éramos muy conocidos en la música y también ahora. Para el concierto del 13 de agosto, la compañía quiso invitar a los amigos que estuvieron conmigo en Corazón profundo y + Corazón profundo. Lo mejor que se puede compartir con un amigo de la música es un público como Bogotá.

Después del mediodía, Carlos se descalza para montarse en el bote, no sin antes agarrar su tabla de surf. Entonces, mientras el viento marino nos da en la cara, el Carlos niño señala los acantilados y cuenta historias de sus paseos adolescentes surcando las aguas de Bahía Gaira: “Tablas, esquís, kayak… todo lo que sea jugar con el mar es lo que me gusta”.

¿Qué música escucha?

¡De todo!, pero prefiero poner música clásica cuando voy a la playa, en Concha, Gairaca o Cinto… en esos momentos oigo a Bach, Beethoven. Me gusta la música popular, oigo casetes viejos de parrandas vallenatas, los vallenatos clásicos, el rock en mi idioma, el argentino, los clásicos del rock bogotano, música mexicana, española, música de todas partes. Me gustan las baladas que me hacen dar cuenta de lo enamorado que soy, esas letras que son una tusa completa y que me muestran que antes yo vivía entusado todo el tiempo.

Cuando saltamos del bote a la playa, un grupo de mujeres al borde de la histeria grita emocionado cuando lo ven. Varios minutos con la mejor sonrisa y la pose para cada una de las fotos. ¿No lo agobia este acoso?: “Uno puede sentirse cansado a veces, y decir no doy más, pero no me cansa la gente ni compartir con ellos. El día que uno amanece temperamental, que nos pasa a todos, ese día no sale. Pero me encanta la gente y valoro el cariño porque es lo que uno deja. La vida del artista es eso: disfrutar este cariño hasta que dure, sin pensar en aferrarse a que deba ser así toda la vida”.

Por: DIEGO LEÓN GIRALDO
Fotografía: JUAN MANUEL VARGAS

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